Sobre la discriminación racial en Cuba

por Milena Annecchiarico

 

“Ser negro en Cuba brinda la oportunidad de asumir una tremenda herencia histórica y cultural que debe replantearse todos los días, defenderla a cada hora y reivindicarla a cada minuto, porque hay también toda una herencia colonial y racista que ha venido acompañando, más bien dominando y vigilando la primera”.

Roberto Zurbano.

Del 14 al 24 de septiembre 2012 se realizará en Cuba el censo de población.

El cuestionario del estudio nacional en curso incluye “el color de piel”, con tres indicadores: “blanco”, “negro” o “mestizo o mulato”, así como también se indica en los documentos de identidad cubanos. Según el director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo, Juan Carlos Alfonso, no se medirá ni etnia, ni raza, sino color de la piel, “porque el concepto de raza es muy complejo desde el punto de vista de su medición antropológica y genética”[i]. El color de piel es por lo tanto considerado en los registros nacionales cubanos una variable in se, sin profundizar sobre la situación de los afrodescendientes en Cuba en relación a empleo, vivienda, nivel de vida, niveles de consumo, entre otros. Según el politólogo Esteban Morales, la isla caribeña no ha superado “los estereotipos y prejuicios raciales, la discriminación por el color de la piel y el racismo”, factores que colocan a la población no blanca en desventaja social[ii]. Veamos qué sucede hoy en Cuba en relación a demandas de activistas e intelectuales en la lucha contra la discriminación.

En estos días, estuve revisando en la web noticias sobre acontecimientos recientes en la Isla en relación a la discriminación racial en Cuba. Remarco la fuerza, el valor y la dignidad que intelectuales y gente común, desde instituciones o desde la sociedad civil, van demostrando de a poco y en aumento. El debate entorno al racismo y a la discriminación está de a poco afirmándose; agendas políticas y culturales nacionales están siendo problematizadas, por lo menos desde un sector intelectual importante. Me detuve en la lectura de algunos artículos, comparto aquí algunas reflexiones, en vivo y en directo.

Todo mi interés en detenerme en este análisis surgió al encontrarme con la noticia de un hecho de discriminación racial sufrido por un conocido poeta cubano, Omar Herrera, que fue maltratado hace unos meses por una trabajadora del famoso Museo de Bellas Artes de La Habana, por ser negro y con discapacidad física[iii]. Las reacciones de enojo y de indignación hacia este hecho “terrible y de atropello a los ideales de la revolución”, como lo califican los comentaristas en respuesta a la carta del señor Herrera, se fueron sumando en un diálogo virtual acontecido en este espacio y en mi mente. Se trata de breves mensajes escritos por intelectuales cubanos, artistas, gente común, enviados por correo electrónico al Boletín Digital “Desde la Ceiba” de la Cofradía de la Negritud de Cuba que la web Afrocuba subió en su página para que alguien, dentro de la Isla quien pueda y fuera quien logre encontrar esta página, pueda recogerlos.

Luego de la carta, siguieron los comentarios en apoyo al poeta y en repudio al hecho. Rescato sobre todo una demanda compartida a lo largo de los mensajes publicados, de que esta denuncia no termine únicamente en un pedido de disculpas y una sanción a la trabajadora, sino que se lleve en la esfera pública para que sea socialmente condenado.

Admito que no se como concluyó este tema, posiblemente esté todavía en pleno desarrollo, ya que todo sucedió a fines de febrero y la justicia es lenta, la burocracia también.

Leemos un comentario que dice así:

Lamentable. Por ser negros y negras se nos detiene, se nos acusa, se nos valora equivocadamente. Me pregunto, ¿cuando podré ver aprobada en Cuba una Ley contra el racismo, el sexismo, la homofobia, etc.? Lamentable, repito.
Firmado: Sandra Gómez (Negra Cubana)

Se lee luego un comentario que invita a organizarse, con más firmeza:

“Lo narrado en el mensaje de Omar Herrera Díaz merece más que repudio; es decir, merece -como respuesta- algo más organizado que un simple mensaje de apoyo. (…) Estoy pensando en que tenemos que exigir a la Ley la introducción de las modificaciones necesarias (en la Constitución y en el Código Penal) para que la discriminación y la violencia por motivos de raza, religión, orientación sexual o género (entre otras) sean sancionadas según los conceptos de una nación moderna.

Firmado: Víctor Fowler. Poeta, ensayista, crítico, narrador[iv].

Las voces de estas personas enseguida tomaron sonido, color y forma y retumbaron fuertes en mi memoria, y me encontré de repente en La Habana a principio del año, presenciando a debates fervorosos y apasionados entre cubanos sobre “la cuestión racial”. Aplaudo que en estos tiempos actuales, y digo más específicamente, en estos meses, se estén renovando los debates en la Isla sobre el racismo, un problema que sigue vigente y tan presente en la vida cotidiana, en los medios, en las relaciones sociales y familiares y tan ausente del debate desde las Instituciones oficiales.

En enero en La Habana se realizaron encuentros, a los que asistí con preguntas y largas charlas, sobre la problemática racial en Cuba y la necesidad y obligación de asumirlo de una vez como hecho social vigente. Me refiero a encuentros en Casa de las Américas, en un ciclo dedicado a los afrodescendientes (un término bastante reciente también en Cuba que despierta más debates…) con una mesa dedicada al acabado 2011 año internacional de los Afrodescendientes, así declarado por la ONU, con participantes desde otros países, en el marco del Premio Literario de Casa de Las Américas; presentación de libros en la Feria Internacional del Libro, encuentros dedicados a los aportes de los negros en la historia de la emancipación de Cuba, como la Conspiración liderada por el negro José Antonio Aponte (1810-1812) y la masacre racista de los Independientes de Color ocurrida en 1812, cuyo bicentenario se está cumpliendo justo este año, año del Bicentenario de las revoluciones en toda las Américas, y que por lo general no es recordado en la historiografía cubana. En este listado de acontecimientos recientes a favor de una revisión de la cuestión racial en Cuba, hay que incluir el debate que se dio, y que pudo seguirse por televisión, de la Conferencia del Partido, el 28 de enero 2012, en que tomaron la palabra intelectuales de renombre como Miguel Barnet y Eusebio Leal, quienes  tomaron la palabra sobre el “problema racial” y la necesidad de asumirlo y combatirlo; luego, en esa ocasión, habló la hija de Raúl Castro, Mariela Castro, sobre otra grave discriminación vigente en Cuba: la de género e identidad sexual.  Es decir, se están removiendo estas cuestiones dolorosas y silenciadas (y asociadas por su invisibilidad en el debate público) de la Revolución socialista cubana, están finalmente llegando a la esfera del poder político cubano, del cual la televisión es siembre una eco firme y fiel. Por otro lado, los intelectuales y la sociedad civil, con sus organizaciones y sus quehaceres cotidianos, hace mucho más tiempo que vienen reflexionando, denunciando, llevando adelante luchas y demandas civiles, culturales, políticas, en el sentido remarcado públicamente por Barnet y Leal.

El problema que muchos intelectuales abocados a la causa ponen en relieve, es la persistencia de un legado colonial eurocéntrico en la memoria histórica nacional que, según las palabras de Tato Ordóñez, “no ha podido independizarse  de un canon patriótico eurocéntrico”[v]. Roberto Zurbano, pensador e intelectual cubano, nos hace reflexionar acerca de las dificultades del reconocimiento de la persistencia del racismo en cuanto marca colonial o “costra tenaz del coloniaje”. Una de las dificultades que Zurbano nombra en su análisis es la culpa enmarcada en “el silencio, la falta de debate social y también de espacios institucionales donde  describir, discutir, enjuiciar y castigar cada acto racista inconsciente o no, institucional o no, que sufre cualquier negra o negro cubanos cada tres minutos en las calles, los centros de trabajo y estudio, los medios de difusión masiva, las esquinas del barrio, las discusiones familiares y hasta en la cama. Es cierto que faltan otras muchas discusiones en la sociedad cubana, pero ninguna como esta ausencia ha deteriorado más la credibilidad del proyecto social ante una mayoría negra que hizo y hace de la Revolución su conquista, su espacio de realización y su horizonte utópico”.[vi]

De esas ausencias, silencio o invisibilización de la problemática racial se está discutiendo en muchas partes de las Américas, como lo expresó en un encuentro el estudioso costarricense Quince Duncan, o la antropóloga argentina Rita Laura Segato, al recordar que la doctrina del racismo colonial tiene en la invisibilización, el problema de la culpa y los silencios por parte de los Estados, las consecuencias más duraderas a las que hay que enfrentarse, ya que la raza existe del punto de vista social y reales son sus consecuencias[vii].

Mesa redonda “Un Año Internacional para los afrodescendientes, ¿y después qué?” con Quince Duncan (Costa Rica), Roberto Zurbano (Cuba) Rita Laura Segato (Brasil) y Esteban Morales (Cuba). Enero 2011, Casa de Las Américas, La Habana.

La persistencia del racismo en la sociedad cubana de hoy puede explicarse, en buena medida, por la permanencia de esta óptica racista excluyente de los no blancos con que la élite criolla de la sociedad colonial concibió su proyecto de nación cubana. Una herencia colonial que comparte toda América y que se expresa en formas parecidas en los diferentes países del continente, pues todos compartieron en esas gestas libertadoras un proyecto de nación más blanco y europeo que americano y afroindio.

Otro factor determinante en la ausencia o timidez del debate público de la cuestión racial en Cuba, se debe a la idea arraigada y difundida por el discurso dominante y tantas veces repetida hasta silenciar los hechos de racismo, que gracias a la revolución socialista que anuló las desigualdades en términos económicos y sociales (esto sí! Revolucionario para toda América!), se pensó que con el dejar de nombrar el “problema racial” o el “racismo”, éste desaparecería y estaría así por fin resuelto. En una sociedad de iguales, no hay lugar para las diferencias. Es decir, se pensó y se sostuvo por mucho tiempo que tratar la cuestión racial y hablar de racismo en Cuba es repetir la experiencia racial estadounidense de división de la sociedad en base a la “raza”. Anulando las condiciones de desigualdad sociales, se anularían las condiciones de perpetuación de las desigualdades en clave simbólica que sustentan la existencia misma del racismo. Se dejó de nombrarlo por miedo a reproducirlo, pero se siguió actuando sin asumir su existencia. Como otros intelectuales ya dijeron y siguen repitiendo, el racismo es antes que todo una herencia colonial, por lo cual no es solamente una cuestión de clase. Hoy el contexto nacional e internacional están favoreciendo y propiciando el surgimiento de otras narrativas, para enfrentar una de las cuestiones no resueltas a lo largo de la revolución socialista.

Luego de varias generaciones de nacidos y/o crecidos en la Revolución, acostumbrados a convivir como pares, como ciudadanos con mismos derechos y mismas oportunidades (de protección social, educación, derecho a la salud, al trabajo y a una vivienda digna), hoy estas generaciones se encuentran con la posibilidad política de enfrentar un problema social vigente, el racismo. Nombrar el racismo es necesario para reconocerlo y enfrentarlo, como práctica social de discriminación, basado en desigualdades en clave simbólica y corporal –en términos binarios de inferioridad/superioridad, blanco/negro etc.– así como en clave de poder y de representación –posibilidad/imposibilidad de acceso a bienes materiales o inmateriales; espacios de representación y actuación en la esfera pública y privada- entró a formar parte de las agendas culturales y políticas.

Dice Roberto Zurbano:

“Asumo que estas discusiones expresan la urgente necesidad de nuestras comunidades negras y de una buena parte de la población, así como  una nueva etapa –menos indiferente, aunque aun poco receptiva- de las instituciones sociales y políticas cubanas que deben pronunciarse y enfrentar las problemáticas raciales heredadas y producidas por nuestro proyecto social revolucionario.”

Como podemos fácilmente ver, en la actualidad hay un contexto internacional de atención hacia el reconocimiento del legado africano en las Américas y la implementación de medidas políticas (culturales, económicas y sociales según los planes), a través de organismos como la ONU o la Unesco, y sus implementaciones nacionales, con la declaración del 2011 año de los afrodescendientes y el decenio afrodescendiente 2013-2023. Estas medidas internacionales o más bien supranacionales, recaen con fuerza (o con debilidad) en cada país que se encuentra en trance de redefinición de sus políticas sociales y culturales en relación a los afrodescendientes (o negros, o afro-cubanos, según el término que se utiliza en cada contexto).

Yo me dedico a estudiar el caso cubano y el caso argentino en relación a estas cuestiones, con el anhelo de buscar en la comparación de experiencias, divergencias y convergencias, un conocimiento profundo e integrado de nuestras sociedades americanas, hacia la búsqueda de soluciones propias a problemas compartidos. Cuba, que desde lejos parece no existir sino en relación a su belleza natural, su riqueza musical y los sufrimientos de un “pueblo sometido”, nos revela, a través de estos relatos, el fervor, la riqueza y el fermento del compromiso de su gente para una vez más, contarnos lo que allí ocurre, buscando soluciones propias, con un espíritu crítico y profundamente constructivo. Así el escritor y ensayista cubano Tomás Fernández Robaina, desde esa misma página en la que leemos las respuesta a la humillación racial sufrida por el poeta  Omar Herrero, declara:

“es una traición a aquellos que nos antecedieron en esta batalla, y un hecho que daña nuestras esencias humanistas, y que alimenta el parque ideológico y político de los que solo ven errores en nuestro proceso revolucionario”.

Ojalá que el camino del reconocimiento del legado africano en toda América y en Cuba, así como la lucha a las secuelas de la ideología colonial, como el racismo y las desigualdades sociales en sus diversas facetas, vayan de la mano de políticas públicas más concientes, de las demandas de los activistas siempre más organizados, de las prácticas cotidianas renovadas y de las producciones académicas e intelectuales descentradas y autoreflexivas.

 


Notas

[i] Nota publicada por el Inter Press Service en Cuba: http://www.ipscuba.net/index.php?option=com_k2&view=item&id=5280:censo-

[ii] ibidem

[iii] Se puede leer la carta de denuncia de Omar Herrera dirigida al Museo de Bellas Artes, en la web: http://afrocubaweb.com/coneg/desdelaceiba12marzo12B.htm

[iv] Se puede ver en la página de la Enciclopedia Cubana, una Wikipedia cubana, EcuRed: http://www.ecured.cu

[v] Carta dirigida al Director del periódico del PCC Granma, por Tato Ordóñez, escritor, ensayista y director de la Cofradía de la Negritud de La Habana, en la que acusa la falta de difusión pública de la Conspiración de Aponte y la matanza racista de los Independientes de Color de 1812. http://afrocubaweb.com/coneg/cartagranma10-09.htm

[vii] Mesa redonda “Un Año Internacional para los afrodescendientes, ¿y después qué?” con Quince Duncan (Costa Rica), Rita Laura Segato (Brasil) y Esteban Morales (Cuba). Enero 2011, Casa de Las Américas, La Habana. El encuentro se organizó en ocasión de Premio Literario de Casa de Las Américas, en cuya edición por primera vez se incluyó el Premio Extraordinario de estudios sobre la presencia negra en la América y el Caribe contemporáneos. Rfr: http://www.casa.cult.cu/

 

 

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